Cualquier mujer está expuesta al maltrato

Es una situación de pareja”. “Yo no me meto en eso”. Son frases que suelen decir los allegados cuando se enteran de que una mujer es maltratada por su cónyuge, para desentenderse de la situación y lavarse las manos. Y ocurre tanto en familias acaudaladas hasta aquellas con escasos recursos.
Declarado por la Organización Mundial de la Salud como un problema de salud pública, el cual no sólo afecta a las damas, sino que influye considerable- mente en la destrucción del hogar. De acuerdo con las escasas intervencio- nes sobre este tópico de la Fiscal General de la República, Luisa Ortega Díaz, al su- mar todas las denuncias obtenidas en las jefaturas, prefecturas y organismos poli ciales, entre el 2007 y 2009 se recibieron más de 43 mil casos de violencia, 20.670 registrados en Carabobo. Durante 2011, Díaz indicó que el número de casos en Venezuela fue de 60 mil.
Aún este año, no han aportado cifras. Sin embargo, Caracas es considerada la ciudad donde más casos se presentan en el país, con unas 104 mil denuncias, según declaraciones de prensa de la magistrada Yolanda Jaimes, presi- denta de la Comisión Nacional de Justicia de Género del Poder Judicial. Hay más estadísticas abrumadoras: de la cantidad de mujeres que fallecen por he- chos de violencia en el país, 80% es a ma- nos de sus esposos, novios o parejas, reporta la ONG “No a los malos tratos”. Mayela Carrillo, vocera de esta institución, revela que un año tarda una mujer en darse cuenta de que está siendo víctima de maltratos, y otro más para buscar la salida al problema.
Sin embargo, el ciclo general para que ella logre salir de esta espiral puede extenderse por 20 años. La sociedad invisibiliza el problema “Sigue invisibilizándose el problema del maltrato femenino, debido a que, en muchos casos, las mismas mujeres tratan de justificar a sus agresores, culpándose ellas y mentalizándose de que son las responsables. También pasa que la fami lia pretende hacerle creer que ella sola se lo buscó, de que son las culpables de los problemas en el matrimonio, en la casa o con los hijos”, analiza la psicoterapeuta.
- La violencia contra la mujer suele abrirse paso en el hogar cuando comienza a ver como normal que su pareja le grite, la insulte, la trate mal, porque mantienen una relación afectiva. El amor y el perdón llevan muchas veces a que se siga tole- rando esta situación, hasta que llega el momento en el que se hace insoportable, peligrosa y hasta mortal, adicionó. Esta destructiva espiral comienza gene- ralmente con la violencia psicológica, sea verbal –con insultos y gritos- o la no ver- bal –el silencio, la indiferencia, el ignorar a la mujer-.
Luego da paso a otras formas de maltrato: como la agresión física –golpes, empujones, patadas- o sexual –cuando se obliga a la mujer a tener relaciones sexuales sin su consentimiento-. También existen otros tipos, como la socioeconómi- ca, cuando el hombre le restringe el dinero y la manipula.
Actualmente se considera violencia el exponer o insultar a través de las redes sociales. Explica Carrillo, que no existen carac terísticas que hagan más o menos propicia a una dama de ser víctima de la violencia, puede ser una exitosa gerente de negocios hasta una ama de casa. Igual puede ocurrir que el agresor sea un individuo que haya sido maltratado en su infancia y repite los mismos patroes en la adultez; como también parecer gentil, amable y respetuoso, pero en la intimidad lleva una doble vida en la que abusa de su pareja.
Sí hay una salida
“Lo primero que debe hacer una mujer en caso de sufrir de una situación de vio- lencia es buscar ayuda psicológica para entender que, bajo ninguna circunstancia, debe sentirse culpable y que a ninguna persona se le debe vulnerar su integridad física ni mental”, expresó la especialista. Luego, denunciar al maltratador en el CICPC o Ministerio Público. La nueva Ley Orgánica sobre el Derecho de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia no permite que una vez que se denuncie se retire la acusación. En caso de que una persona que sea testigo de este tipo de situación está en el derecho y deber de denunciar al agresor, como manera de ayuda a aquellas mujeres que tienen mie- do a hablar. De igual forma, se pueden introducir denuncias bajo el anonimato.

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