El feminismo
combate las prisiones en las que las mujeres nacimos y que no son pocas.
¿Prisiones? (Estoy
consciente que a muchas personas les parece una exageración eso de las
prisiones de las mujeres). Pleno siglo XXI y todavía habitamos un país
donde diariamente son maltratadas y asesinadas por el simple hecho de
decidir sobre nuestras vidas. Obviamente la gran excusa son los “celos”,
pero La razón real es que no nos soportan libres y decididas.
Mujeres en todas
las sociedades desde tiempos legendario sufrieron diversas las formas de
violencia (hasta formas que ni siquiera nos reconocían como parte de la
humanidad). Según datos registrados en Venezuela durante el 2016 se elaboraron 1.709 evaluaciones psicológicas a
mujeres víctimas de violencia y se registraron 122 femicidios consumados y 57
frustrados.
La misoginia no es una
enfermedad moderna, o un descubrimiento reciente. La misoginia
posee una agenda implícita en la política y la sociedad, y
una historia de raíz…
Decía un filósofo
francés, que “el odio más largo de la historia, más milenario aún y más
planetario que el del judío, es el odio a las mujeres”. Esa imposibilidad de
superar el androcentrismo dominante es mayor aun cuando hay derechos. No
hay conocimiento, ni conciencia de la realidad de fondo. El pesimismo
actual de muchos individuos sobre la evolución del feminismo no es
infundado, tiene una razón de ser. No obstante. Nosotras las feministas debemos
resistirnos a la idea de que hemos sido vencidas por el sistema patriarcal.
En este contexto el
patriarcado nos hace debatir sobre quién representa a quién, o si nos sentimos
o no representadas por ciertas mujeres y hay que destacar el tedio que promueven
con el excesivo apego de algunas organizaciones de mujeres a la
institucionalidad de género, y a la voluntaria o involuntaria suplantación de
roles que ésta ejerce con relación al movimiento, por su capacidad de
intervención y disponibilidad de recursos.
Nosotras debemos
nutrirnos de esperanza para continuar de esperanza contra esperanza. Como lo
hicieron las cientos de feministas de antaño que dieron su vida entera por los
derechos de las mujeres (Y no estoy exagerando) porque si escribo
sobre a todas las que entregaron la vida por esta hermosa liberación, no
alcanzarían las líneas para escribirle. No podemos permitir que se siga
normalizando la violencia de género.
Somos mayoría a nivel
mundial y no podemos permitir que nuestra existencia sea en vano.
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