Amor y feminismo


Del auge del feminismo aprendimos a deliberar lo heredado y a investigar críticamente el presente, nunca he esperado un manual sobre cómo querer. Pero como puedo hablar de eso si he tenido una fuerte crisis donde he pedido, gritado y hasta suplicado amor, aunque me di cuenta (y me consuela) que no soy la única mujer feminista que ha pasado por esto y que seguirá pasando.

Para mí, ser feminista y una romántica implica cuestionarme todo el tiempo, pero también contradecirme. Y aquí surgen las grandes contradicciones: ¿Cada relación que he tenido ha sido porque una parte de mí se sentía incompleta y necesitaba buscar en otro lo que a mí me faltaba? ¿Cuántas veces había suplicado un poco de atención y me había dejado llevar buscando el amor?  ¿Cuántas veces he sentido que me desdibuje intentando aproximarme a la idea de mujer que mi pareja tenía en la cabeza? ¿Qué clase de feminista era si desde los quince años he buscado y confundido amor con compañía?¿Es que acaso era incapaz de estar sola? ¿Para qué me aferro al recuerdo de un amor para seguir sola?  ¿Tanto miedo le tengo a la soledad? A mis 26 años y siendo una madre soltera, todavía me pregunto ¿si el eje de esta contradicción es el amor o el hecho de que fui criada para poner el amor en el centro de mi vida y que mi autoestima dependa de que me quieran y “me soporten toda la vida”?

Del feminismo experimenté que independizarnos como mujeres autónomas solo se podría lograr si nos desasíamos del ideal del amor romántico. Esto no significa que voy dejar de enamorarme o de disfrutar de las emociones que provoca el enamoramiento por más que estén “históricamente establecidas” o “socialmente edificadas”. Quiere decir que la felicidad en la relación es más importante que la relación misma, por más intensidad que genere. Que si no hace feliz estar con esa persona, pues la relación no sirve y se debe terminar. Ya que el amor no es suficiente para soportar nada, hace falta disponer de esas otras mil fórmulas que hacen posible la vida en común. Que el amor no puede ser jamás una relación de dominio ni un intento de control sobre el otro por más miedo que te dé perder a esa persona. Y no siempre es fácil, a veces nos sentimos tan solas y en ese momento somos tan frágiles…


Después de haber confundo amor con compañía y de haber terminado en una relación tan tormentosa con quien fue mi verdugo por más de un año, no podía permitirme no saber estar sola. Tenía que aprender a estar conmigo misma y no dejar que los acontecimientos amorosos marcaran mi vida. Al menos, no después de haber tenido tantos fracasos amorosos.
Como otra contrariedad que no solo me afecta a mí, sino a todas las mujeres es lo que los medios de comunicación capitalistas y heteropatriarcales quieren hacernos pensar sobre el amor romántico y no es una cuestión privada ni aislada del ojo público: el amor es personal y lo personal es político y comercial. Esto incluye películas, libros, anuncios publicitarios, canciones, relatos y hasta consejos de otras mujeres. Donde te venden que el amor lo sufre todo y entonces yo me pregunto
¿Por qué emplear tanto tiempo en sufrir por un amor tóxico, por un amor no correspondido?. Según Coral Herrera: "El problema del amor romántico es que lo tratamos como si fuera un tema personal: si te enamoras y sufres, si pierdes al amado o amada, si no te llena tu relación, si eres infeliz, si te aburres, si aguantas desprecios y humillaciones por amor, es tu problema".
Lo que nos lleva a que el  compromiso de por vida también está siendo sustituido por los valores del mercado: novedad, relevo continuo, desasosiego al aburrimiento y a la rutina. Las antiguas normas de fidelidad o compromiso entran en contradicción con el culto a la intensidad de la experiencia siempre nueva. No es extraño así que para algunas personas el mito del amor romántico pueda constituir incluso una suerte de refugio en busca de autenticidad o estabilidad. Quizás por eso este mito siga teniendo tanto protagonismo en los productos de la industria cultural femenina… Que los cambios culturales impulsados por las feministas liberales son también contradicciones con las que tenemos que convivir. Debo admitir que las feministas caminamos por el filo de estas contradicciones sin un plano tratando de construir vínculos duraderos y compromisos en libertad que nos hagan felices.

Lo complicado esta en mantener diariamente una relación duradera,  eliminando los roles sociales asignados y los que cada uno acaba asumiendo en la pareja; el de intentar respetar los espacios, sin dependencias y ni sentirse abandonado en los momentos difíciles (Personalmente esto es lo más discordante y dificultoso para mí ya que demando mucha dedicación); o la de crear interacciones igualitarias, sin jactarse en la capacidad de dominio que te proporciona el que alguien te necesite. Amarse con libertad, pero al mismo tiempo en compromiso, mutua responsabilidad y en apoyo. Aunque suena maravilloso es infinitamente más difícil de conseguir (al menos en mi caso)

Amores Heteropatriarcales

He encontrado varias fórmulas que no me han convencido (o no me han funcionado). En una oportunidad intente romper con la monogamia, pero el llamado poliamor no funcionó. En el caso de la heteronorma y la heterosexualidad obligatoria, pero  según la experiencia de otras, eso tampoco nos ha liberado a la hora de romper con todo lo que queríamos romper (y ni hablar sobre las contradicciones de nosotras las heteropracticantes feministas). Nos quisimos deshacer de los términos (novix, pareja, amigx especial), pero todavía los seguimos utilizando.
Socialmente todo está vinculado al amor romántico y lo que deriva a la violencia en la pareja es el modelo tradicional de romance, donde los celos, la necesidad de posesión y el ser a través de la vinculación con el otro están tan relacionados con la reproducción de la violencia machista. Sin embargo, esos roles patriarcales pueden ser asumidos también por mujeres tanto en parejas homosexuales como heterosexuales cuando usan ese amor para someter y dominar, siendo así un pozo de profundas insatisfacciones, formando un refugio para el viento helado de la osadía capitalista.

¿Cómo queremos o deberíamos querer las feministas?

Kattalin Miner en un artículo dice: “Las feministas no hemos renunciado al amor. De hecho, no tenemos nada en contra del amor, ya que nosotras también nos enamoramos locamente, igual que las demás. Eso sí: aunque lo intentemos, es cierto que nos cuesta gestionar ese amor sin obedecer a la norma hegemónica”. 

No existe un lineamiento para el amor, ni para demostrarlo. El amor solo se vive y se disfruta desde la asertividad, el respeto, la comunicación, la libertad y el compromiso. Nosotras nos enamoramos como se enamoran las mujeres inteligentes, como unas idiotas (risas). Quizás es que soy joven o no sé si se trata de una filosofía feminista o de una filosofía egoísta, pero debo decir que hasta el momento, esa fuerza del amor me ha durado sólo mientras las relaciones me aportaban algo bueno y eran correspondidas. Actualmente sigo soltera pero continuamente surge la interrogante ¿Qué haría yo si vuelvo a fracasar en el amor? seguir viviendo, pensando, y por supuesto, seguir amando con la misma entrega.

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